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Justificación Histórica

La inclusión de auxiliares hispanos como efectivos del ejército romano se llevó a efecto a partir de la llegada de los Escipiones a Hispania en el contexto de la II Guerra Púnica. Fue necesaria, por una parte, para incrementar sus efectivos ante la superioridad de los cartagineses, los cuales contaban con importantes contingentes de mercenarios reclutados entre las tribus indígenas hispánicas; y por otra, para adaptar su fuerza de combate, muy diferente a la del enemigo, recurriendo a las mismas fuentes que él. La diplomacia y la persuasión romanas consiguieron atraerse a las poblaciones autóctonas  descontentas con el trato púnico, prometiendo una relación “igualitaria” en el reparto del botín además de premios a sus aliados.

Con lo cual a finales del siglo III a. c., los romanos, para ser más efectivos en el combate, introdujeron en sus filas, guerreros indígenas hispanos, tanto íberos como celtíberos, que luchaban junto a sus legiones a la manera hispana. Las fuentes de la época y los historiadores les llaman auxiliares, puesto que esa era su función: la de servir de complemento a las legiones. Se podrían denominar también contingentes aliados hispanos. Pero no eran cuerpos orgánicos dentro de la legión, sino tropas tumultuarias aliadas para esa batalla o campaña. Su estructura orgánica se la dio el emperador Augusto, dos siglos más tarde.

 

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